Volvería, sin duda volvería. Volvería a ese 13 de Enero, donde solo eras una rayita en un palito. A esos granitos en mi cara, que superaron con creces los que sufrí en mi adolescencia. Volvería a esas noches en las que la frase cotidiana en casa era «Si «potas» pierdes» Y casi todas las noches perdía. Volvería a esas fotografías casi semanales en los que al principio ansiaba verme redondita y luego solo pedía que eso parara de crecer. Volvería a las subidas a la báscula, cuestionándome una y otra vez si serías tú la que la subía o sería yo y mis ansias por el dulce después de cada comida.
Si, claro que volvería. Volvería a cada análisis, cada visita a los hospitales. A cada prueba de azúcar, intentando buscar una explicación a tu peso elevado. Cada mala noticia, que luego se convirtieron en avisos para luego ser solamente falsas alarmas. Volvería a oírte cada mes, a través de un aparato que nos acercaba lo máximo posible a ti. ¡Qué tonta! Tú y yo estábamos muy cerca.
Volvería a elegirle a él como compañero de esta aventura, porque juntos somos un gran equipo. Porque me encanta verle cuando miro tus ojos y contemplo tu buen humor. Claro que volvería.
Volvería a las disputas con él para decidir tu nombre, nos imaginábamos llamándote de una manera o de otra, nos preguntábamos si pegaba con los apellidos. Qué ignorantes, el nombre lo elegiste tú sin darnos cuenta. Porque Elena significa brillante, deslumbrante, mujer amada. Y sin duda brillabas con ese pelo de oro y esos ojos de plata.
Volvería a esas pataditas, que al principio eran un cosquilleo y luego se convirtieron en mi despertador de cada mañana. Sin duda volvería.
Volvería a aquella maravillosa noche, en la que cada dolor me acercaba cada vez más a ti. Como si de una montaña rusa se tratara, las bajadas dolorosas y los descansos ese hormigueo que me decía, ya está aquí.
Quizás también volvería a ese momento en el que yo marchaba y tú te quedabas. Si, ese también. Aunque entonces no lo entendiera, sin duda nos hizo aprender. Ser valientes, valorar cada momento contigo, disfrutar de tu serenidad rodeada de cables. Porque en la tormenta también existe la calma. Volvería a ese pasillo, ese olor que me recordaba que mamá volvía contigo. Claro que volvería.
Volvería a cada noche en la que aunque el dolor me partía en dos, un amor anestésico me adormecía y volvía a levantarme. Volvería, sin duda volvería.
Volvería a buscar consuelo en él, porque era el único que entendía que yo por ti, en ese momento, sufría. Como nunca creí que se podría sufrir. Porque ahora entiendo cuánto nos quieren nuestros padres. Cuanto eres capaz de hacer por quien más quieres.
Volvería a las madrugadas en los que mientras tú chapurreas y sonríes, nosotros bostezamos hasta rompernos. Volvería a los cambios de pañales a las tantas de la madrugada, preguntándonos una y otra vez, como se te ocurre hacer popó a esas horas.
Volvería a contabilizar cuantos pañales gastabas al día y mirar cientos de ofertas calculando a cuanto sale cada uno y en cada cambio pensar que son 21 céntimos a la basura. Volvería a comprar casi un carro entero de pañuelos y poner cientos de lavadoras que siempre hay que planchar. Volvería, claro que volvería.
Por que este año me ha traído mucho más de lo que esperaba. Porque hay navidades completas, y esta es una de ellas. Porque hemos creado nuestra pequeña familia que con Koki y los peces, nos convertimos en numerosa.
No sé si seremos perfectos contigo, si te haremos sentir especial, si te guiaremos por el camino correcto. Si te aseguro que te tenemos todo el amor del mundo guardado en pequeñas dosis, las más altas para cuando más nos necesites. Intentaremos darte experiencias, vivencias, sueños, viajes, cariño, besos y lecciones que aunque te hagan llorar te enseñen y ayuden.
Porque esta navidad es especial y completa, porque tú estás aquí.
