Cuando pasamos por una situación límite, rozamos la delgada línea que separa nuestra serenidad de un estado descontrolado. Tanto tú como yo, sabemos que esos momentos, a posteriori, no nos gustan nada de nada. Los recordamos con angustia, con tristeza, a veces con arrepentimiento y casi siempre con un deseo de olvidar lo vivido. 

Cuando te encuentres en una situación donde estás a punto de perder los nervios, piensa, ¿Merece la pena? ¿Estoy dispuesto a asumir las consecuencias de sobrepasar mis límites? ¿Creo sinceramente que es el mejor momento para vivir esto? ¿Hay algo bueno que pueda sacar yo de esta situación? Si contestaste sí a una, tan solo una de las preguntas, detente y reflexiona. 

Hay personas con más paciencia que otras, eso es así. Como los hay más alegres o menos, más prudentes o menos. Me considero una persona de carácter fuerte, muy fuerte. Con el paso del tiempo, he aprendido a parar y pensar antes de hablar. Seguro que alguna vez has escuchado esa frase «por la boca muere el pez». Es necesario pararse antes de soltar sapos y culebras por la boca, de esta forma transformarás todo eso en palabras correctas, educadas y siempre desde el respeto. Porque lo que es evidente es que todos necesitamos decir y expresar lo que sentimos, pero no vale de cualquier manera, lo siento pero no. Siendo maleducado no solo ofenderás a la otra persona, sino que perderás gran parte de la razón, aunque la lleves. 

«Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas»

Jean Jacques Rousseau

Habrá momentos en los que la línea esté tan tensa, tan tensa, que será muy difícil o prácticamente imposible controlarte. Pues si, ahí también tenemos que demostrar que somos adultos, personas civilizadas que solo quieren llegar a un entendimiento. Porque lo que si debes tener claro es que si deseas estar bien contigo mismo, es muy esencial estar bien con los demás. Con unos cederás más que con otros, habrá personas con las que te nazca desde lo más profundo estar en armonía y con otros simplemente tengas que ser cordial por obligación. Pero por tu propio bien, siempre te compensará estar bien con los que te rodean. 

La felicidad está al alcance de todos y como siempre defiendo y defenderé, no vale achacar al otro la responsabilidad de ella. Está en tus manos que tu vida sea feliz y que tengas motivos para continuar viviendo plenamente cada día. ¿Nos ponemos a ello? ¡A que esperas!

 

Ama, ámate y siempre ama. Desde el amor, todo se puede.

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