Estos días están siendo intensos. Estamos todos recluidos en nuestras casas y esto nos lleva, inevitablemente a pensar, reflexionar y hablar sobre lo que ocurre dentro de nosotros.
Sin duda, la intensidad de estos días nos lleva a nuestro extremo, momentos eufóricos y pletóricos. Y por el contrario, momentos de bajón, aburrimiento absoluto, desgana y un sinsentido que nos invade. Es normal. El ser humano está acostumbrado a su rutina, sus quehaceres diarios, incluso su trabajo por muy duro que sea. Y estar confinado en casa, si no somos racionales, nos puede llevar a la locura más absoluta.
Estos días, hemos sido sobreinformados. Y digo sobreinformados, porque lo primero que necesitamos al levantarnos, es encender la tele para ver qué tal está el asunto. Quizás para ver si todo esto se está solucionando, algunos más morbosos para ver cuánto subió la cifra ese día y otros sin embargo, buscando un nuevo asunto del que hablar.
Pues yo te propongo que lo transformes en tiempo para conocerte. Poner sobre la mesa si la vida que llevabas antes de todo este caos era la que tú querías llevar. Te animo a valorar tus emociones y sentimientos. A compartir en familia todo aquello que te preocupa y que juntos intentemos buscar una solución a todo este caos. Es tiempo de las videollamadas grupales que tanto se están haciendo. De los reencuentros digitales con esas personas con las que no tenías tiempo de hablar. Es tiempo de las llamadas con esa amiga de 30-50 minutos. Tiempo de reencuentros contigo mismo y con los que te rodean.
Dicen que después de la tempestad siempre llega la calma. Ansío con todo mi corazón que así sea, porque son a penas 7 días los que llevamos confinados en casa y temo que muchos de nosotros no lo estemos llevando todo lo bien que esperábamos si además tenemos en cuenta que son 8 días (al menos) los que nos quedan en esta situación.
Siempre he creído que la verdadera esencia está en aquellos que son lo que sienten. Las personas que se muestran tal y como sus sentimientos le permiten, son aquellas que sacan lo más oculto de ellos, que te muestran con claridad y sinceridad que aquello que dijiste o hiciste le encogió el corazón y por tanto hay que resolverlo. Pero ahora me contradigo un poco. En estos días tan complicados es muy importante crear un vínculo con lo que pensamos. Me explico, crear una unión armoniosa, coherente y sana entre lo que te dice tu cerebro y tu corazón. Para mí, aquí está la “perfección”.
Permitirme que añada cuanto me acuerdo de ese personal sanitario que está dando todo por nosotros. Tanto esfuerzo diario que les está costando su tiempo en familia, sus descansos, incluso su propia salud. No me equivoco que somos muchos los que no podríamos pagar ni en mil vidas tanto como os debemos. Gracias, siempre gracias.