Cuántas veces os he hablado de la empatía. Hace poquito lo recordaba con alguien, el gran valor que tiene sentir empatía por la gente, no lástima, ni pena, sino empatía. Ponerse en el lugar de la otra persona, pensar que harías tú si estuvieras en su lugar. Aceptar que quizás aquello lo hizo por sus circunstancias actuales. 

Es aceptar los errores de la otra persona, que no justificarlos, sino entenderlos. Es muy diferente. Hace un par de días hablaba con una amiga, sobre lo diferente que sería el mundo si todos hiciéramos mayor uso de la empatía. ¿No crees que nuestro mundo se ha convertido en individualismo, tecnológico y sobre todo un poquito inhumano?

«Mira con los ojos de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro»

Alfred Adler.

Tenemos el gran trabajo de educar a las nuevas generaciones en la empatía. Entender desde bien pequeños que todos podemos tener un mal día, que todos podemos tener problemas o circunstancias que hacen que en un momento determinado actúes de una manera u otra. Esto está directamente relacionado con no juzgar a primera instancia. Sin darnos cuenta, junto a la empatía aprenderán el perdón, olvidarán el rencor y trabajarán continuamente sobre sus emociones y las del resto. 

Aprender que vivimos en sociedad, por tanto hay que ser conscientes de que no podemos vivir individualizando cada acto. Pensar en la otra persona, ¿Hay algo más bonito que hacer las cosas pensando en nuestra propia felicidad si hacer daño a quien tienes al lado? 

El próximo 8 de marzo se celebra el día de la mujer. Estamos rodeados de la publicidad mediática, de anuncios y slogan que nos recuerdan una y otra vez la importancia de la libertad de la mujer. Actualmente, veo muy difícil radicar la no libertad de la mujer. Pero si veo esencial de nuevo, educar a nuestros pequeños y pequeñas en ello. Que la libertad de hombres y mujeres es equitativa. El respeto hacia hombres y mujeres, debe ser igualitaria. Y que el amor y empatía hacia las personas, hace que la libertad de ambos géneros esté por llegar. Quizás sean las hijas de nuestras hijas las que lleguen a poder caminar con total tranquilidad por la calle. Es un trabajo duro, constante que no debemos olvidar ni dejar a un lado. 

La educación de nuestros pequeños está en nuestras manos. Eduquemos en la igualdad, empatía y amor hacia los demás. 

Ama, ámate y siempre ama. Desde el amor, todo se puede.

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