Hace un par de meses entendí que hay otro tipo de amor que desconocía. Un tipo de felicidad plena que no entendía. Una sensación de satisfacción personal y orgullo que ni sabía que existía. Aunque una felicidad siempre con peros. Entendí que los peros en el mundo de yupi también están presentes y estás en pleno derecho de sentir todos los peros que quieras.
Entender que la felicidad tiene sus vaivenes, subidas y bajadas. Una montaña rusa en la que todo está permitido. Así es, cuando eres madre también está permitido estar triste. Dejemos a un lado los estereotipos de: Acabo de ser mamá y soy, DEBO ser la mujer más feliz del mundo. Sí, en realidad, eres la persona con menos motivos para estar triste, pero seamos realistas y respetuosos con los sentimientos. Estar rota por dentro requiere una recuperación y comprensión.
«No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar»
Angela Davis
Sentirse triste no es malo, como tampoco lo es sentir el agobio o lo contrario al éxtasis para el que te llevas preparando 9 meses. Hay situaciones que dan un giro de 180 grados a lo que tú habías imaginado o habías planeado. Y precisamente ese estado de tristeza es el que te ayuda y acompaña para superar esos giros y decir, vamos para adelante.
La miro y creo en la perfección. Les miro y creo en la felicidad absoluta pero siempre con peros que me permiten sentir, ser realista y respetarme a mi misma. Conocerme un poquito más y enseñarle que aquí, en este hogar todo está permitido. Tanto reir, como llorar, estar triste o depecionado. Está permitido enfadarse con la vida y sentir que te ha fallado. Enseñarle que los problemas se hablan, los sentimientos se expresan y comparten en familia. Que nos verá llorar, reir hasta tener agujetas y enfadarnos hasta marcar arrugas en la frente.
Porque los 9 meses no son suficientes para entender que ahora saldrás de casa sin tu perfume preferido, aunque te asegurarás que ella vaya bien perfumada siempre. Que ella siempre tendrá su cremita en la cara y tú te acordarás que llevas tres días sin echarte tus potingues cuando ves ese granito en la frente. Que te pusiste tu blusa preferida que acabó en la lavadora minutos más tarde por consecuencias de tenerla en brazos. Que lavar tu pelo con la misma frecuencia de antes es un reto que conseguirás de nuevo. Pero todo es adaptación.
Vuelvo a decir que me siento la mujer más dichosa, pero con este cambio se va una parte de mi, que volverá sin duda, pero todo a su tiempo. Y decirlo, expresarlo te ayuda a ti, ayuda a otras mujeres que sienten lo mismo pero les da miedo contarlo. Que de repente me he visto en un grupo postparto de mujeres que sentimos y compartimos lo mismo. Donde te ves reflejada en cada cara de agobio, lágrima de superación y sonrisa de agradecimiento.
Es sencillo, entender que la felicidad plena existe, siempre con PEROS.
¡Genial esa frase de Angela Davis! Creo que tiene mucha razón. Muy buena entrada. Saludos 🙂