¡Hola! ¿Qué tal estás? Espero que muy bien.

Ya está aquí otra vez el viernes. Hoy he estado a punto de no publicar, y es que hay días… que simplemente, no. Pero cada vez sois más los que me leéis cada viernes, que me comentáis los post, que me «reprocháis» si el viernes no hubo blog. Y esto que empezó como un entretenimiento personal, se ha convertido en una responsabilidad tanto con vosotros como conmigo misma.

Hoy os traigo un tema que me lleva rondando esta semana, pero no sabía exactamente como proyectarlo porque me parece un tema delicado. Y lo último que quiero es ofender a nadie, simplemente que compartamos nuestras experiencias de vida y/u opiniones.

Dónde está la línea que cruzamos al querernos primero a nosotros mismos que al resto. Cuando el resto se trata de amigos o familiares, es «relativamente fácil», pero planteándome el post pensaba, ¿y los hijos? ¿Están primero o después? ….

Aún no soy madre, aunque en un futuro me encantaría serlo. Y por tanto, creo que no debo meterme demasiado en un tema que desconozco totalmente. Por más que me quiera imaginar cuánto se quiere a un hijo o qué serás capaz de hacer, estoy segura de que siempre me quedaré corta. Hablando con Fer le comentaba:

-Con lo que yo quiero a mis sobrinos, que daría todo lo que tengo y soy por ellos, se supone que a un hijo se le quiere más aún. Y mi pregunta es: ¿pero puedo querer más todavía?

Pues seguramente la respuesta sea un sí. 🙂 Y la verdad que me emociona lo grande que puede ser el corazón, cuantas personas caben y que infinito es el amor…

Así que intentando «obviar» lo que se puede llegar a hacer por un hijo, permitirme que os hable de quereros a vosotros mismos primero.

Es muy importante que te quieras a ti mismo. Que luches por tu propia felicidad y que esta no dependa de los demás. Todo está en ti. Si ríes o lloras es porque tú lo has querido así.

Creo firmemente en que cuando una persona está bien consigo misma el resto (familia, pareja, amigos, trabajo) funciona de una forma fluida. Imaginaros un engranaje que lleva años sin engrasar y le cuesta funcionar, por mucho que lo fuerces no caminará con facilidad. Ahora echarle aceite, parece como magia. Ese engranaje necesita cuidarse para funcionar.

Autocomplacerse, cuidarse tanto interior como exteriormente y todo lo que tenga que ver con otras personas será mucho más fácil. Eso no quiere decir que no discutas o tengas problemas. ¡Claro que los habrá! Pero estoy segura de que podrás comprobar que cuando tú estás bien contigo misma, esos problemas los llevas mejor, de una forma mas fácil y delicada. Impidiendo siempre que te hagan daño en tu interior.

En cualquier discusión tendrás más ganas de solucionar el problema que de echar más leña al fuego, porque siempre estarás buscando estar bien contigo misma y por consiguiente, con los demás.

La felicidad es disfrutar de los pequeños detalles que te ofrece la vida. Sí pones todo de tu parte, el camino en mayor o menor proporción se facilitará. La actitud es muy importante.

Recuérdalo, tienes una responsabilidad contigo mismo: SER FELIZ.

No lo olvides.

 

Muchísimas gracias por leerme. Os deseo un Feliz viernes. Con esto declaro oficialmente inaugurado… el FIN DE SEMANA ¡Hasta el próximo viernes!

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