Es inevitable que cada persona en nuestro día a día, miremos por nuestro propio interés, sin pensar en los demás. Eso es estupendo, siempre y cuando el respeto hacia los demás sea la base de tu filosofía de vida. Desde que soy madre he vivido situaciones que me han llevado a mi extremo interior. Antes de serlo, era una chica más, con una vida normal, que hacía lo que quería en el momento que quería. En el momento que eres madre, toda opinión, consejo, decisión o acción es libre de ser juzgada. Así es. 

Y por un momento, me llevó a pensar. ¿Y aquellos que sufren eso desde el minuto uno de su vida? Gente que es juzgada por cada cosa o acción que hace. Personas que van a su propio interés sin pensar por un momento si le hacen daño al otro. 

Cuando juzgamos a otra persona, primero de todo debemos plantearnos tres cosas:

1. Por qué lo ha hecho.

2. Qué le ha llevado a esa situación.

3. Cómo es su vida actual y cómo eso le condiciona a llegar a donde ha llegado. 

Y permíteme que dude de que muchos de nosotros analicemos cada uno de sus puntos antes de expresar nuestra opinión. Y si dudas de por qué lo ha hecho así, antes de juzgar, pregunta. Interesarse por el otro es de buenas personas, es de amigos que te quieren y que solo desean saber si pueden ayudarte aunque solo sea escuchándote.

 

«Camina lento, no te apresures, que a donde tienes que llegar es a ti mismo.»

J. Ortega y Gasset

 

Inconscientemente, hoy volvía a escribir sobre los miedos, y de pronto me di cuenta que hace a penas tres semanas escribía sobre ello. También podría volver a escribir sobre los traumas, que en esta semana han aflorado como si hubieran sucedido ayer. Y es que cada persona somos conscientes de lo que sufrimos, lo que lloramos, de lo que vivimos y lo que nos duele cada palo que nos da la vida. Y esto solo provoca en mi, una necesidad de ponerme siempre en el lugar del otro antes de juzgar. De escuchar sin decirle esto lo hiciste bien o mal. Porque querido lector, hasta que la vida no te da una situación complicada, no entiendes al resto de gente, ni sus traumas, ni sus estados de tensión o tristeza contínuos. Que no te sientas ofendido porque creas que lo que hace es con la intención de hacerte daño, porque quizás y solamente quizás, sea porque tiene necesidad de hacerlo así para sentirse bien consigo mismo. 

Sí, tengo traumas. Y sí, vienen a mí a cada momento del día. Sí, sé que algún día los curaré. Y sí, sé que en el fondo siempre vivirán conmigo. Y por ello, por cada persona que tienes a tu lado, te pido que no juzgues, que ayudes y escuches. Que calles si no conoces o te intereses si quieres dar un consejo. Que no nos sintamos propietarios de las vidas ajenas. Porque toda vida, actuación, hecho o circunstancia tiene una explicación tan válida como otra cualquiera.

Ama, ámate y siempre ama. Desde el amor, todo se puede.

Suscríbete al blog por correo electrónico

Introduce tu correo electrónico para suscribirte a este blog y recibir avisos de nuevas entradas.

Únete a otros 2.141 suscriptores

Deja un comentario

Puede que también te guste...