¿Has sentido alguna vez que has dado más de lo que luego has recibido?

Todos alguna vez hemos pasado por una situación en la que te planteas por qué aquel día hiciste aquello y hoy te pagan con esa moneda. Sí, querido lector, esto es la vida y solo nos queda aprender de ello, tomarlo con normalidad y crecer como personas ante este tipo de situaciones.

Así de pronto puedes pensar: «¡No voy a volver a hacer nada por nadie!» Vale, eso está muy bien como guión de película así a lo dramático, pero no es la solución. La solución no es dejar de ser tú cuando y con quien te apetece. Dónde está la línea que separa el hacer las cosas sin esperar nada a cambio y el ver que nunca recibes nada de nadie y por tanto vuelves al, ¿Y por qué doy sino recibo? Abordar esta situación es complicado pero afrontar los sentimientos que te produce es más difícil aún.

El primer motivo de que te sientas mal por ello es que convertimos la frase en algo negativo. Me explico. Dar menos y no recibir, el «menos» y el «no» en nuestra sociedad está directamente relacionado con la negatividad, lo menos bueno. Por tanto, no solo recibes algo diferente a lo que diste sino que además tu cerebro traduce eso como algo que es negativo de por sí. Esto hace que lo dramaticemos aún más.

Partamos de la base que no somos iguales, que cada persona tenemos unos valores, unos intereses, circunstancias y situaciones determinadas. Por tanto, si no somos iguales, no ofrecemos lo mismo al mundo. Bien. Entonces, de este modo, sería fácil entender que es normal que nadie demos a los demás lo mismo ni en las mismas «cantidades». Ahora bien, ¿Qué hacer cuando esto te produce un malestar interior? Aprender.

Todos separamos a nuestro entorno en niveles. Para que me entendáis. El ser humano separa a sus conocidos como en una pirámide, estando en la base las personas que más quiere, sean familiares o no, y en último lugar quien son simplemente conocidos. Apliquemos esto entonces al tema que estamos tratando hoy. Aprendamos que no a todo el mundo podemos darle lo mismo de nosotros, es proporcional al nivel en el que se encuentre en nuestra pirámide personal.

“Es tan importante dar como recibir. Sin equilibrio, nada puede durar mucho tiempo”

-Coaching integral-

Ahora bien, no seas tonto. Quiero decir, el equilibrio es esencial en cualquier relación. Y es normal que sientas carencias cuando te entregas totalmente a tu pareja, a tu madre, amigo o hermano y no recibas nada a cambio. Aquí entra la conversación, hablar y decirle: «Oye, es que me siento así porque creo que estoy dando más que tú en esta relación» Y aclararlo, querido lector. Hay relaciones que ocuparán el último lugar en tu pirámide y no merecerán si quiera esa conversación. Pero si hablamos de personas que forman la base, para un momento y habla con ellos.

No son necesarios estudios que verifiquen que las personas que dan todo lo que pueden a los demás son más felices. Pensemos, por ejemplo, en las personas que trabajan para alguna ONG o realizan algún trabajo voluntario con animales. Estas personas se sienten bien, su vida tiene sentido y la felicidad les inunda.

Pero dar puede ser algo muy agotador. Por ese motivo, es necesario asegurarnos de que las personas se merecen lo que nosotros le brindamos. Piensa que si das amor, lo justo es también recibirlo. No estás en el mundo para satisfacer las necesidades ajenas, tú también las tienes y los demás deberían tenerlas en cuenta. Puede que ahora mismo estés muy seguro de como actuar en consecuencia ante todo esto. Serás más precavido, un poco más egoísta. Pero, no te equivoques. Esto no significa que empieces a pensar en recibir cada vez que das, porque si no este acto tan maravilloso perderá todo su significado.

-Equilibrio y sentido común, siempre-

Ama, ámate y siempre ama. Desde el amor, todo se puede.

Que tengas una feliz semana. Muchas gracias por leerme y de todo corazón deseo que disfrutes con cada lectura. Con esto declaro oficialmente inaugurado…. 

¡El fin de semana! 

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