¡Hola!
¿Qué tal? Esta semana para nosotros es especial, tanto Fernando como yo cumplimos años y ese gusanillo recorre mi tripa toda la semana. Justo hoy es su cumple, y coincide con la subida del blog. Así que me vais a permitir que le haga una pequeña felicitación desde aquí.
Desde el día que te conocí he sido muy feliz. Juntos hemos vivido experiencias emotivas, alegres, tristezas que junto a ti fueron más leves y muchas caídas de las que levantamos siempre juntos contando con el apoyo mutuo. La vida es muy larga y afortunadamente la seguiré viviendo junto a ti. Porque como muchas veces hablamos, lo importante es estar unidos frente a las situaciones que estén por venir, porque
JUNTOS LO PODEMOS TODO.
Disfruta de este día y de todos los que están por venir.
Y ahora sí, dejando los sentimentalismos a un lado… ¡Llega Amsterdam! La segunda parte de nuestro viaje. No puedo decir que este me gustó más que el otro, pero si que fue más especial por un motivo esencial, Vicent Van Gogh. Pues sí, como dice Fernando, estoy enamorada de él ja ja ja. ¡Qué le voy a hacer!
Llegamos a Amsterdam a mediodía, nos alojamos en el Hotel Canal Residence. La ubicación fue de lo mejor, teníamos todo lo que queríamos visitar a unos 10-15 minutos andando, por lo que nos vino muy bien para recorrer sus calles andando sin necesidad de coger transporte público. El hotel es una antigua casa reformada, y como todas las casas de Amsterdam, estrecho, con escaleras muy inclinadas y ¡sin ascensor! Creo que nos vino muy bien para bajar los desayunos tan buenos que preparaban 🙂
En esta ciudad no contratamos Free Tour, porque teníamos tantísimas cosas por ver que se nos echaba el tiempo encima. Así que lo organizamos todo muy bien para no perdernos ningún detalle, de lo que nos interesaba a nosotros, claro 🙂
El primer día estuvimos visitando el mercado de las flores. Disfruté más que un niño pequeño. A cada cosa que veía era como, ¡mira! ¡mira esto! Estuve tentada de hacer algo muy sencillo: 1.Comprar una maleta grande. 2. Llenarla de flores, cactus, semillas, bulbos, más semillas y algún que otro cactus. 3. Facturarla y para casa. Pero Fernando me frenó, todavía no entiendo el porqué 🙂
También visitamos la plaza Rembrant y todos los alrededores. Recuerdo que comimos en una pizzería que había en la misma plaza y que recomendamos por su relación calidad-precio.
El segundo día visitamos la casa de Rembrant. Fue muy interesante, pero no deja de ser una recreación de la misma. Al final del recorrido asistimos a una pequeña demostración de como realizaba Rembrant sus grabados.
Antes de comer visitamos la casa de Anne Frank. Os recomendamos que compreis vuestras entradas en casa con un mes de antelación mínimo, evitaréis las largas esperas. La palabra es IMPACTANTE. Quedé muy impresionada. Sólo pensar que estás en el mismo lugar donde esa familia vivió, es lo realmente mágico de esta visita es que hoy en día tenemos la oportunidad de entrar en lo que realmente fue “la casa de atrás”. Es de visita obligada.
Para comer decimos ir a Food Hallen. Es una especie de mercado gastronómico. Un lugar diferente, hay buena comida con diferentes opciones muy variadas. El lugar tiene mucho encanto y es agradable.
Por la tarde nos decidimos a dar un paseo por los canales de Amsterdam. Es una experiencia muy bonita. Recorres muchas zonas de Amsterdam que, en nuestro caso, no podíamos haber visitado de otra forma. Hay muchísimos sitios donde puedes cogerlo, con variedad de horarios y modalidades.
El tercer día fue EL DÍA. La visita al museo Vicent Van Gogh, INCREIBLE. Desde mis años como estudiante de Bellas Artes tuve un especial interés por este artista, no sé muy bien explicar el porqué, pero a raíz de realizar una memoria basándome en sus obras e historia, me fui acercando y me familiaricé con lo que había vivido, y el por qué de sus pinturas.
Reconozco que estuve emocionada durante toda la visita, aunque todo el rato trataba de disimularlo.
Escribe en una de sus cartas a su hermano Theo: “Lo que me consuela un poco es que comienzo a considerar a la locura como una enfermedad como cualquier otra y acepto la cosa así, mientras que, en las crisis mismas, me parecía que todo lo que yo me imaginaba era realidad. En fin, justamente no quiero ni pensar ni hablar de ello”
Él expresaba su vida a través de sus pinturas. Mostraba su forma de ver la realidad, y lo que yo me llevo de esto es que cada uno miramos la vida de una forma distinta, de la forma en que quieres verla. Y es tan válida como la que está viviendo el de tu lado.
Por la tarde nos decidimos a dar un paseo en bici. Nos lo habían recomendado varias personas que era casi obligatorio que lo hiciéramos, así que nos animamos a ello. No se si decir que fue una experiencia positiva o no. Lo que sí puedo decir es que fue ¡¡agobiante!! El trafico en Amsterdam es una locura con orden. Coches, motos y bicicletas conviven de una forma muy ordenada que visto desde fuera parece el mayor desorden que puedas imaginar. Y claro, nosotros allá que vamos a adentrarnos en las zonas más céntricas. Yo ya no sabía si venían coches, si tenía preferencia yo ni a que semáforo tenía que mirar. Pero aún así, cuando bajamos Fernando y yo nos miramos y dijimos: Sí, lo volvería a hacer, ¡pero vaya mal rato he pasado! ja ja ja
Sin duda este viaje ha sido un encuentro conmigo misma. Afirmarme y decirme que voy por buen camino. De recapacitar acerca de las decisiones que debemos tomar en nuestras vidas. Ver mi relación con Fernando desde fuera, como si fuera un espectador, y aplaudirla. Que vivo la vida a mi manera y a la de Fernando, que juntos todo irá bien y que debo seguir mirando la realidad a través de mis ojos y no coger prestados los de nadie. Porque nuestra pintura sólo podemos entenderla nosotros mismos.
Os dejo al final del post algunas fotos más de los paisajes idílicos que nos encontramos por allí. Para los que os queráis entretener algo más 🙂
Os deseo un Feliz viernes. Y por supuesto, con esto declaro oficialmente inaugurado… el FIN DE SEMANA ¡Hasta el próximo viernes!
